En los seis meses del año, la banca ha aflorado un aumento del 5,06% en refinanciaciones con particulares, señal de que los apuros de muchas familias obligan todavía a rediseñar su deuda para que puedan repagarla sin verse abocados a ser morosos.

El volumen de créditos renegociados con particulares escala desde 76.071 millones al cierre de 2014 a 79.919 millones en junio, según las cifras detalladas por las entidades a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en atención de la demanda de transparencia impuesta por el Banco de España. Casi todas las entidades reconocen además un crecimiento del número de operaciones reestructuradas, a tasas que oscilan entre el 1,25 y el 16,43 por ciento; salvo el Santander, BBVA y Abanca, cuyos censos caen y arrastran el cómputo total de deudas modificadas de 3,71 a 3,63 millones en lugar de escalar.

El Banco de España impuso a finales de 2012 la obligación de detallar las refinanciaciones para atajar la mala praxis de camuflar bajo apariencia de créditos sanos otros insolventes y sacar de debajo de las alfombras exposiciones problemáticas, cuando en el mercado se cuestionaba la salud del sector por miedo a que sus balances estuviesen anegados por operaciones tóxicas. En aquel primer cómputo, el sector desnudó 211.273 millones de euros en transacciones refinanciadas o reestructuradas, magnitud equivalente a un 1,57 por ciento del crédito vivo y perteneciente solo en un tercio a hogares y en dos terceras partes a empresas, lastradas sobre todo por el crash inmobiliario. Tres años después la situación ha variado sensiblemente. La deuda reestructurada se ha reducido hasta 196.109,45 millones, equivalente a menos del 10 por ciento del stock financiado, siendo el peso constructor y de promoción inmobiliaria responsable de solo un 28,87 por ciento de la exposición global. El ladrillo perdió cuota de forma abrupta al inicio del ejercicio con la limpieza de la Sareb y los severos requerimientos en saneamientos, que ayudaron a sacar transacciones del cajón de refinanciadas y reclasificarlas como morosas ‐una vez protegida la entidad ante quebrantos con dotaciones, se aceleran el reconocimiento de impagos‐.

Fuente: El economista